Publicado por Gema Lendoiro
Madrid, España.
Agosto 2015. Creo que alguna vez que otra he comentado por aquí que yo
tenía un hermano con autismo. Y digo tenía porque falleció con 11 años
aunque no por tener autismo, lógicamente, si no porque se murió en una
piscina. El caso es que por este motivo, porque crecí con un niño tan
especial, siempre me han interesado todos los avances que se han hecho
respecto a esta manera de ser y que no son pocos. Una de las cosas que
se saben desde hace ya mucho tiempo es que la terapia de autistas con
caballos, funciona. Algo que me produce una gran ternura puesto que los
caballos son unos animales que se me antojan de lo más misteriosos, por
su belleza, elegancia y que, por qué no confesarlo, me dan bastante
respeto. Acercarme a ellos siempre es una gran mezcla de prudencia y
emoción. Que Doña Tecla tenga no amor sino pasión por ellos, hace el
resto. También es verdad que en el fondo de mi corazón preferiría que
dejara de montar porque…bueno, ahí entran los miedos que los padres
desarrollamos de manera irracional y que no deberían paralizarlos pero
es una obviedad que, cuanto más aprenda a montar, más peligros correrá.
Prefiero no pensarlo.

Pero hoy no vengo a hablarles de Doña Tecla, vengo a hablarles de la Fundación Santa María Polo,
una organización que, entre otras cosas, trabaja con niños
discapacitados en la urbanización San Roque Club (Campo de Gibraltar,
entre San Roque y Sotogrande) . Se llama Hipoterapia (equinoterapia
también se llama) y que es una terapia integral empleada por
profesionales de la salud física o mental para promover la
rehabilitación de niños, adolescentes y adultos a nivel neuromuscular,
psicológico, cognitivo y social por medio del caballo como herramienta
terapéutica y coadyudante. Ayer conocí la labor de esta fundación en la
exhibición equina Galopando por los sueños que tuvo lugar en las instalaciones de Santa María Polo Club de Sotogrande, dentro del marco del 44 Torneo internacional de polo de Land Rover.
En
el espectáculo se podían ver perfectamente a un total de nueve jinetes y
once caballos bailando con música de sevillanas, tangos y poemas
dedicados al universo ecuestre del campo andaluz. Doma vaquera, riendas
largas, garrocha, alta escuela, baile a caballo y carrusel de vaquera
formaron parte de la exhibición. La verdad es que fue maravilloso. Es
impresionante la belleza y elegancia que los caballos pueden llegar a
tener. Peor lo más interesante, al menos para mí, es la labor que la
fundación realiza y lo que se consigue.
Las terapias con animales comenzaron en 1872 en Inglaterra. En 1875 un neurólogo francés llamado Chassaignac descubrió que un caballo en acción mejoraba el equilibrio, el movimiento articular y el control de sus pacientes. Más de medio siglo después, en 1944, la Cruz Roja Americana organizó en el centro para convalecientes de la Fuerza Área de NY, el primer programa terapéutico de rehabilitación de los aviadores. Y en 1953 el doctor Boris M. Levinson, instituyó por primera vez la Terapia Asistida con Animales, hoy conocida como TAA.
Lo
que se hace con los niños con autismo (y con otras discapacidades
también) obtiene unos resultados espectaculares. Al margen de las
explicaciones científicas que las hay y en abundancia, siempre me he
preguntado qué tendrán los caballos para transmitir toda esa nobleza y,
sobre todo, qué gran capacidad intuitiva tienen para poder conectar tan
bien con ese mundo que nos es tan ajeno como el del autismo. Esas mentes
prodigiosas que temen tanto el contacto físico…pero no el de los
caballos.
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