No se hace un estudio sin asombro y con innumerable cúmulo de sorpresas la historia de una disciplina deportiva que hace ya 363 años tuvo su primera muestra en San Sebastián de Los Reyes.
Los toros coleados es una disciplina admirable, repleta de emociones, de alternativas y de sorpresas a granel, por la variedad de situaciones en las competencias donde intervienen niños de siete años en su etapa inicial hasta la categoría "Sol de los Venados", destinada a competidores de 60 años en adelante. El deporte recio cuenta con la participación de equinos y ganado vacuno, donde la ilusión del atleta es conseguir el título de campeón en gallarda disputa, por eso cuenta con un organismo encargado de implementar un reglamento oficial ante la facultad de ser la máxima autoridad y para hacer prevalecer la rigidez que presenta la imparcialidad de una institución con medio siglo de existencia, con la salvedad de reformar y corregir algunos aspectos cuando se requiere en una asamblea anual.
Los entendidos recuerdan, como punto de partida, aquel extraordinario paso de la asociación inicial fundada en San Felipe, estado Yaracuy, en 1941. Lo que inventaron aquellos pioneros es más importante y cautivante de lo que la mayoría de la familia del coleo logra descifrar. Una década más tarde se organiza la asociación más ganadora de campeonatos nacionales individuales y colectivos como lo es Guárico y luego le seguirían los pasos Aragua, Carabobo y Lara. Simón Infante, médico de profesión y atleta, tiene el honor de presidir y fundar la Federación Venezolana de Coleo en 1959, dieciocho años después de legalizarse la primera entidad federal oficialmente hablando en el territorio venezolano, tratando de mejorarlo, darle importancia, cualidades y carácter competitivo. Hace exactamente una labor visionaria pero, sin embargo, siente que debería cambiar por entero su nivel de competencias. Esta propuesta con el paso del tiempo se mejora hasta llegar al formato actual y que ha hecho que su significado sea tan distinto de lo que fue para los inicios, desde las instalaciones hasta las normas de competencias.
Si tuviéramos conciencia de ese hecho nos daríamos cuenta de los grandes cambios que se presentan en nuestra época. La disciplina que hay en este momento es, en cierto caso, producto de los cambios necesarios, porque esas primeras categorías que abrieron este deporte la "A" y "B", adquirieron el rango y la resonancia para la apertura de nuevas modalidades, que debieron sentar las bases para un semillero que alimentara las máximas pruebas anuales. No es sólo el asunto de asumir la evolución, desarrollo y clasificación, sino la articulación en conjunto de la masificación en que el crecimiento coloca responsablemente a la Federación Venezolana de Coleo. No hay una discriminación invariable del coleo, cada década tiene su estudio de mayor o menor apogeo, y yo me atrevería a decir que cada tiempo tiene su especial estudio.
Lo que encuentra un atleta como Jesús María Piña de su pasado no es, ciertamente, el mismo panorama que encuentra hoy el triple coronado como Jesús Barreto, pero tampoco lo que halla un Jesús Aguilera, un Omar Gamarra o un Víctor Felizola una trilogía de atletas guariqueños y mucho menos lo que recuerda un aficionado del mirandino Pedro Lucio Ríos.
Tampoco podemos examinar los entendidos de hoy con desprecio las hazañas del aragüeño Alexis "Camarón" Suárez con su colección de campeonatos nacionales y Diana Maluenga en el campo femenino como figuras de relevo. Hoy en día hay mayores seguidores y en los 25 estados se practica la disciplina.
Considerando esto, la historia de esta disciplina convierte la crónica de los hechos en materia de continua discusión y recreación por medio de los datos que se manejan hasta el presente. Casi podría decirse que las jornadas abiertas contrastan con las mangas de bambú, madera y hierro que se han empleado en las mangas del país. A esto habría que añadir todas las diferencias que el atleta logra obtener actualmente, mejoras en la premiación, intensivos adicionales y propuestas de propietarios de equinos que gozan de gran calidad y preparación.
Analizado así el caso, la evolución de este deporte magnifica las hazañas de los atletas del pasado. Casi podría decirse que los logros, separados por las nuevas técnicas o por la mayor dedicación, no pueden restarle méritos a quienes con gran esfuerzo acudieron en dado momento con pocas herramientas a eventos nacionales. A esto habría que agregar las diferencias para contar personalmente con un regular poder adquisitivo para mantenerse activo y destacarse, sumado a ese complejo esfuerzo de sostener la capacidad física para prevalecer durante varias décadas en el ejercicio atlético.
Entendido así, esta disciplina resulta muy fascinante. Esto sólo debería considerar una tratamiento particular no sólo en nuestro conocimiento sobre la trayectoria de la disciplina y mirar con optimismo la posibilidad de defender una obra que llega a más de cincuenta años de actividades.
El aficionado del coleo debe percibir el deporte recio totalmente distinto de la época en que se llevaban a cabo las coleadas en un redondel como manifiestan algunos ancianos cuando se inició la disciplina en el estado Yaracuy. Pero, además, es distinto lo que percibe el llanero, el zuliano y el oriental que se aventuran en acudir a un evento supervisado por la Federación Venezolana de Coleo a las competencias que se hacen en algunas fiestas patronales.
Es como si cada época, si cada atleta estuviera comprometido a recrear algunos episodios de los grandes momentos de la disciplina. Hay competencias abiertas en antaño y en la actualidad hasta se compite en veladas nocturnas, bajo techo y con espectáculos adicionales. Al valorar a nuestro deporte, sin saberlo, evaluamos la imperfección inevitable que se fue corrigiendo y que son exactamente los detalles que hacen mejorar el deporte como tal.
El prodigio de los toros coleados es un tema de innumerables lecturas y análisis que lo hacen distinto a los demás.
FUENTE: JR-RANCH
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