Sadyn llegó a la Policia Montada mendocina en 2006, donado por la Federal. Tenía problemas de visión debido a un accidente y con el paso de los años quedó ciego. | Foto: Daniel Caballero / Los Andes
Este año cumplirá 30 años, por lo que es el más viejo de la división e “instruyó” a los efectivos novatos. Siempre fue un fiel compañero y, estando ciego, encontró en otro equino un lazarillo.
Mendoza, Argentina. Febrero, 2025. Todos los días, después de las 19 cuando el resto de los caballos quedan “guardados”, Sadyn se convierte en el amo y señor del picadero. Galopa y galopa, aprovechando la soledad en que lo dejan sus pares y sintiendo el aire golpear en su cara y en todo su cuerpo. Aunque no pueda ver lo que lo rodea.
Sadyn es uno de los caballos más queridos dentro del cuerpo de la Policía Montada de Mendoza, si no es “el más querido”. Su historia es conocida por todos dentro de la Fuerza, ya sea entre quienes se retiraron como quienes aún siguen en la Policía. En 2025, Sadyn -nacido en 1995- cumplirá 30 años y cuenta con la particularidad de que es ciego.
Aunque ya está retirado y disfrutando de sus días ociosos, el animal comenzó a perder la vista mientras estaba en pleno servicio. De hecho, cuando llegó a la Policía de Mendoza en 2006 con 11 años de edad, el caballo ya tenía una disminución en su vista a raíz de un accidente. Este problema se fue acrecentando, hasta llegar a la ceguera absoluta.
Sin embargo, hasta 2013 Sadyn fue un caballo siempre presto y dispuesto para cualquier operativo y jamás las dificultades en su visión fueron un impedimento. Incluso, estando en el picadero (recinto donde están los caballos), encontró en su gran compañero equino Ulises a un excelente lazarillo.
El auxiliar segundo Emanuel Salinas junto a Sadyn el "caballo escuela" de la Policía Montada que quedó ciego. | Foto: Daniel Caballero / Los Andes
“Sadyn y Ulises llegaron juntos desde Buenos Aires, donados por la Policía Federal. Llegaron con la misma edad, pero Sadyn ya había tenido un accidente, por lo que venía con problemas de vista. Y cuando se quedó completamente ciego, Ulises lo guiaba dentro del picadero. Lo que hacía Ulises, lo hacía Sadyn. Iban a tomar agua, hacían todo juntos”, cuenta el subcomisario Diego Donaire, jefe de la Policía Montada de Mendoza.
De hecho, a Sadyn se le agudizaron los otros sentidos al perder la vista. Y, para suplir el no poder ver, siempre depositó toda su confianza -literalmente, a ciegas- en Ulises, su guía y lazarillo.
Así se los solía ver, inseparables el uno con el otro, durante un par de años. Pero Ulises falleció a fines de 2020, por lo que Sadyn no sólo perdió a su gran amigo, sino además a quien se había convertido en sus propios ojos. Claro que ello no le impide al caballo ciego disfrutar de esa hermosa sensación de galopar desenfrenadamente y sentir el aire en su rostro durante su retiro.
Confianza ciega
Sadyn nació en 1995, en haras de la Policía Federal Argentina. Llegó con ese nombre al Cuerpo de Policía Montada General Martín Miguel de Güemes en 1995 junto a su compañero y gran amigo, Ulises. Al haber fallecido ya el segundo de los equinos mencionados, Sadyn es actualmente uno de los caballos más viejos de esta división de la Policía local.
“Cuando Sadyn y Ulises llegaron tenían 11 años. Estando en Buenos Aires, Sadyn tuvo un accidente, una lesión en el ojo que le había generado una disminución visual”, repasa Donaire. De hecho, quienes integraban el cuerpo de la Policía Montada por entonces recuerdan que la lesión y el golpe eran notables.
Sin embargo, esto jamás fue un impedimento para la prestación de servicio del noble y siempre dispuesto corcel. Y participó en todo tipo de operativos en los que los efectivos de la Montada suelen participar, como marchas y partidos de fútbol.
“Hasta hace poco más de cinco años, Sadyn estaba aún operativo. Sin embargo, todo se fue haciendo más difícil. Fue a partir de 2013 que la lesión empezó a afectarle también el otro ojo, hasta que quedó ciego por completo”, resume Donaire.
Macho, castrado y de pelaje zaino, aún hoy Sadyn deja su impronta con su presencia, de esas que no pasan inadvertidas.
En el momento en que la ceguera afectó por completo su día a día, entró en escena con un particular protagonismo su compañero Ulises.
El auxiliar segundo Emanuel Salinas junto a Sadyn el "caballo escuela" de la Policía Montada que quedó ciego. | Foto: Daniel Caballero / Los Andes
“A partir de este momento, la ‘familia’, como solemos nombrar aquí en el cuartel, comenzó a ayudar a Sadyn de la manera más personalizada posible, para que su condición fuera lo más llevadera posible”, resume Donaire, quien afirma y confirma que la frase referida a que el ser humano debe aprender más de los animales es una verdad absoluta.
“Esa gran frase se manifestó en el sentido de protección de la especie. Porque, a partir de ese momento, se pudo observar que la misma población de caballos se acercaba y guiaba a Sadyn dentro de los picaderos. Y uno de ellos fue su fiel amigo y compañero, Ulises, con quien Sadyn, durante su tiempo de servicio, se mostró junto en los momentos de recreo, retozando y trotando”, agrega el jefe de la Montada.
Instintivamente, Ulises se convirtió en el lazarillo de Sadyn, y lo acompañó a todos los rincones hasta sus últimos días de vida.
Quienes convivieron con ambos caballos y prestaron sus servicios por aquellos años en el Cuerpo de Policía Montada no dudan en afirmar que Ulises le dejó como enseñanza a Sadyn el instinto y aprendizaje para sus sentidos y para que el caballo ciego pudiera continuar con sus recorridos en el cuartel, así como también deambulara libremente por los picaderos, ya sin su gran amigo y guía.
¡Corre como el viento!
Actualmente, ya pasado a retiro, Sadyn convive con sus compañeros en las instalaciones de la Policía Montada. El avance de los problemas en la vista hasta derivar en una ceguera hicieron inevitable que el caballo abandonara sus labores, todo el pos de velar por su salud y su integridad.
El auxiliar segundo Emanuel Salinas junto a Sadyn el "caballo escuela" de la Policía Montada que quedó ciego. | Foto: Daniel Caballero / Los Andes
Por estos días, el vigoroso zaino vive y pasa sus días separado del resto de la población equina del cuerpo. Recibe exhaustivos cuidados veterinarios y es, por sobre todas las cosas, el destinatario diario de cuanto mimo nace del personal policial que integra la unidad. La mayoría de ellos son uniformados que tuvieron la dicha de haber aprendido y compartido sus funciones con él.
“Los años de servicio de Sadyn fueron de gran aporte a la familia de la Policía Montada, y para cada jinete que tuvo la satisfacción de trabajar con él durante esos años. Siendo un equino con tanta experiencia y docilidad, resultó ser hasta un caballo escuela para aquellos efectivos que recién comenzaban en esta institución, porque su característica esencial siempre fue la mansedumbre”, resume Donaire.
A contraturno de sus compañeros, hoy Sadyn disfruta del aire libre cuando cae el sol. Y, si las condiciones lo permiten, el caballo permanece afuera hasta cerca de las 8 del día siguiente, período que aprovecha para trotar y disfrutar de la vida. Porque, como inmortalizó De Saint-Exupéry, “lo esencial es invisible a los ojos”.
“Durante el día, el caballo está en su box, sale a tomar agua, come y se lo atiende como al resto. Pero a partir de las 19 empieza su recreo, cuando se guardan todas las manadas y él queda afuera toda la noche. La verdad es que la pasa mejor él que el resto de los caballos”, concluye Donaire, entre risas.
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