Agosto, 2016.
El origen genético de los Caballos Ambladores
-aquellos que se desplazan moviendo al mismo tiempo pata delantera y trasera
del mismo lado- se encuentra en la Inglaterra medieval en torno al año 850, y
desde allí se distribuyeron rápidamente, según un estudio publicado hoy en Current
Biology.
Montar a caballo para desplazarse y viajar ha sido el principal
uso doméstico de estos animales, y aquellos capaces de proporcionar un paso más
confortable a sus jinetes, como los caballos ambladores, eran los preferidos,
recuerdan los autores de este trabajo, que cuenta con participación española.
Trabajos previos habían mostrado que ese
"paso" suave viene caracterizado por la mutación en un gen, llamado
DMRT3, que está implicado en el desarrollo de la coordinación del movimiento de
las extremidades. Ahora, científicos liderados por el Instituto Leibniz
de Investigación para Zoológicos y Vida Salvaje de Berlín han extraído ADN
antiguo de restos de 90 caballos que van desde la Edad de Cobre, 6.000 antes de
Cristo (antes de la domesticación), hasta la Edad Media, siglo XI, y lo han
examinado buscando la representación más antigua de este gen mutado.
Arne Ludwig, investigador principal del
estudio, indica "que han detectado el origen de los caballos ambladores en
la Inglaterra medieval", en restos de dos caballos de entre los años 850 y
900. Además, el gen mutado se ha encontrado en otros 10 animales en Islandia,
con una antigüedad establecida entre los siglos IX y XI, pero no se localizó el
gen en ningún caballo del resto de la Europa continental de aquella época,
según una nota de prensa de la revista que publica el trabajo. Ludwig explica
que muy probablemente "los vikingos cogieron estos caballos -de
Inglaterra- y se los llevaron a Islandia y los criaron allí. Más tarde, los
caballos ambladores se distribuyeron desde Inglaterra o Islandia al
resto del mundo".
Ludwig resalta la sorpresa de que esta mutación no
apareciera antes en la evolución, sobre todo porque este rasgo ahora está
distribuido en caballos de todo el mundo pero remarca que la cría de animales
domesticados acelera enormemente la selección de una característica en
particular. Queda todavía abierta la cuestión de cómo las preferencias humanas
han cambiado a lo largo del tiempo y cómo ha influenciado esto en los caballos.
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