Los Przewalski de Mongolia, considerados los únicos ejemplares totalmente salvajes del mundo, provienen en realidad de unos domesticados hace 5.000 años que escaparon después.
El estudio recompone por completo el árbol genealógico de los Caballos Modernos.
Un caballo Przewalski moderno - Alan Outram
Madrid, España. Febrero, 2018. Los caballos han formado parte de la historia humana como pocos animales. Nos han acompañado en nuestros viajes, en la guerra y en los cultivos, les hemos enseñado a bailar y apostamos por su velocidad. Desde hace tiempo, los investigadores creen que fueron los Botai, un antiguo grupo de cazadores y pastores que habitaba lo que hoy es el norte de Kazajstán, los primeros que domesticaron a estos equinos hace 5.000 años. Sin embargo, una nueva investigación de ADN antiguo hace trizas esa teoría: los caballos modernos no surgieron de esa primera doma, sino de un grupo que sigue siendo desconocido. Además, el estudio, publicado en la revista «Science», demuestra que los Przewalski de Mongolia, los únicos caballos salvajes que se creía quedaban en el mundo, no lo son verdaderamente.
Los Botai utilizaban sus caballos para algo más que comer carne, también ordeñaban a sus yeguas, los enjaezaban (se han encontrado cuerdas mordidas) y los mantenían en corrales cercanos, lo que implica un cierto grado de domesticación. «Hay muchas pruebas en el registro arqueológico que demuestran que los Botai domaban caballos. En un inicio, probablemente porque la monta facilitaba la caza de más ejemplares», explica el profesor Alan Outram, de la británica Universidad de Exeter y uno de los autores del estudio.
Por todo eso, era sensato suponer que esos caballos son los antepasados de los domésticos de hoy en día. Para confirmarlo, los investigadores examinaron los genes de 88 caballos antiguos y modernos de una variedad de épocas y lugares en toda Eurasia. Pero los resultados fueron una auténtica sorpresa. Para empezar, los caballos supuestamente «salvajes» de Przewalski aparecieron en la misma parte del árbol genealógico que los de Botai. Esa relación demuestra que escaparon de ese mismo grupo, lo que implica que no quedan caballos puramente salvajes en el mundo.
«Nuestros hallazgos literalmente ponen patas arriba lo que creíamos saber sobre el origen de los caballos modernos», asegura Ludovic Orlando, del Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS) en la Universidad de Toulouse. «El que considerábamos el último caballo salvaje en la Tierra es, de hecho, el descendiente de los primeros caballos domésticos, que simplemente escaparon a la presión humana y se volvieron salvajes durante los últimos milenios».
Estilo Dálmata
Un Przewalski con pelaje tipo dálmata - Ludovic Orlando, Seas Goddard and Alan Outram
El análisis encontró que muchos de los primeros caballos de Przewalski tenían pelajes de estilo dálmata, blancos y manchados. Posiblemente fueron criados así porque resultaban atractivos. Alguna vez vagaron libremente a lo largo de la frontera entre Mongolia y China y recientemente han sido reintroducidos a la región después de haber sido salvados de la extinción en cautiverio. Que los Przewalski no sean puramente salvajes los equipara con los mustangos de Norteamérica, introducidos por los conquistadores españoles a partir de la raza andaluza y árabe. Estos son cimarrones, animales que se escapan o pierden y se asilvestran, acostumbrándose a vivir en la naturaleza.
Otra sorpresa fue que todos los otros caballos estaban en una rama separada del árbol, lo que sugiere que no eran descendientes de los Botai, como muchos creían. Qué pasó en realidad sigue siendo un misterio. Los investigadores presentan en «Science» dos posibles escenarios para explicar su árbol genealógico. En uno, cuando los jinetes Botai se expandieron a otras partes de Europa y Asia, mezclaron a sus caballos con tantas especies salvajes que casi no quedó ninguno del ADN original de Botai.
En el segundo escenario, los caballos Botai no sobrevivieron y fueron reemplazados por caballos domesticados en otros lugares, creando al menos dos centros de domesticación de caballos (como pudo haber ocurrido con los perros y los gatos). Pero para aclararlo, los científicos tendrán que continuar con sus investigaciones.
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