martes, 13 de octubre de 2015

Caballos que nos enseñan a mirar hacia adentro

Alejandra Genovese nos invita a encontrarnos con nosotros mismos a partir del vínculo con la intuición equina y de vernos en su mirada.

Por Anahí González. La Nueva. Bahía Blanca. Argentina. Octubre 2015.


Alejandra Genovese, impulsora del Taller Experimental EncontrarSe con Caballos --que en nuestra ciudad tuvo su primera versión a fines de agosto pasado--, describe a los equinos como grandes “maestros”.

“No mienten, no especulan, no son subjetivos. Responden a lo que reciben de manera directa, limpia y sin sutilezas”, asegura Alejandra, quien no puede imaginar cómo sería un solo día de su vida sin estar cerca de estos animales que ama desde pequeña. Partiendo de esta premisa, propone un desafío común: intentar, con su guía, establecer un vínculo con el animal desde sus códigos, para ingresar, a partir de sus devoluciones y respuestas, en el terreno del crecimiento personal avanzando por el camino de autoconocimiento.

Para llegar a esta propuesta Alejandra dice que debió recorrer un largo sendero que le permitió combinar su vasto conocimiento sobre caballos y su capacitación en cursos y talleres con experiencias personales más ligadas a la búsqueda del desarrollo espiritual.

“La manera en que nos acercamos a un caballo, si nos mostramos inseguros o bien plantados, si violentamos sus códigos para imponernos avasallantes o si logramos establecer un diálogo para que el animal coopere voluntariamente hablan de quiénes somos. Nos cuentan mucho acerca de nuestras fortalezas y debilidades”, argumenta.

La iniciativa sugiere que nos entreguemos a la mirada del caballo como si fuera un puente que va a conducirnos hacia nosotros mismos, que va a permitirnos encontrarnos, reconocernos.

“No hay cambio auténtico que no empiece por allí. Y el caballo, generoso, puede ayudarnos mucho en esta tarea de aprender a registrar quiénes somos para profundizar en aquellos aspectos que más nos conectan con nuestro ser profundo. Se trata de un viaje por el interior de cada uno, aunque no sobre el caballo, sino montados en sus ojos”, agrega.

Vínculos

¿Somos pacientes?
¿Lideramos por autoritarismo o por fuerza interior?
¿Cómo nos comunicamos con los demás?
¿Sabemos observar y escuchar?
¿Tenemos desarrollada la intuición?
¿Nos hacemos cargo de lo que generamos o le echamos la culpa a un otro?

“Todos estos aspectos, y otros, se revelan cuando intentamos desarrollar un vínculo con caballos, siempre desde el lugar del respeto por sus propios códigos”, advierte Alejandra y agrega que no hay manera de escapar a esa autenticidad, y que no hay por qué hacerlo.

“Por el contrario, será en el camino de ganarnos su confianza en el que nos llevaremos los mayores aprendizajes. Vivimos con demasiadas capas: la del temor por lo que otros puedan pensar de mí, la de lo que yo creo que debo mostrar y hasta la de lo que creo que soy aunque en realidad sea solo un aspecto de mí...”, considera.

En el sentido apuntado, cree que podría asumirse el taller como una oportunidad para librarnos de todas esas capas que nos inventamos para funcionar en sociedad y que, muchas veces, nos desvían de nuestro ser auténtico.

La mirada del caballo y su reacción animan a ponernos frente a frente con aquello que nos permitirá crecer y desarrollar una fuerza superior a todas: la interior.

Su experiencia

“Amo los caballos desde pequeña. Son muy intuitivos y establecí vínculos con ellos desde varios abordajes posibles. A partir de estas experiencias, y de otro tipo de aprendizajes, logré tener una visión particular sobre todo lo que ellos pueden aportarnos como maestros”, explica.

Reconoce, además, que si bien el taller puede resultar interiormente movilizador, también se propone desde lo divertido y lo lúdico con actividades individuales y grupales.

“Todo acercamiento a caballos puede ser, en un primer momento, intimidante. No solo por su fuerza y tamaño, sino porque ellos, muy sensibles y perceptivos, reaccionan ante lo que reciben de su entorno de manera contundente. Eso inquieta y moviliza. Y de eso se trata porque todo aprendizaje implica incomodidad. Para evolucionar hay que salir de la zona de confort”.

En el vínculo con el animal aparecerán aspectos vinculados a la tolerancia y frustración, a la capacidad de empatía y liderazgo, y a la autoestima. También permitirá desarrollar y fortalecer actitudes internas como la coherencia, la perseverancia y la paciencia.

“La idea es ir conociendo, de a poco, su manera de comunicarse, para intentar imitar estos códigos y relacionarnos con ellos en su propio idioma”.

Los ejercicios propuestos se basan en principios de amanse y funcionan como disparadores para poner a prueba la fuerza interior, determinación, capacidad de escucha, de observación e innumerables aspectos más.

En suma, el propósito de EncontrarSe con Caballos, en un marco absoluto de respeto por ellos, es aprender a percibir el mundo con todos los sentidos y despertar a la intuición, de rescatarla de su letargo.

Naturaleza equina
 
Un animal muy intuitivo
 
El caballo es un animal de presa, herbívoro, gregario (vive en manada). Tiene un sistema de alarma muy desarrollado a través de la agudeza de sus sentidos, visión periférica (solo dos puntos ciegos), sensibilidad extrema y hemisferios cerebrales “desconectados” (lo que registran de un lado no lo asocian del otro). Su mayor defensa es huir del peligro. Su organización social dentro de la manada está dada por dos liderazgos, el padrillo y la yegua líder, ambos igualmente importantes. Deben estar en equilibrio para asegurar la supervivencia de los demás integrantes.

En la relación con el hombre, el caballo necesita la coherencia entre intención, emoción y acción. Si no están alineadas él lo detecta y pierde la confianza.

El padrillo obtiene su lugar a través de la lucha. Llega a líder por ser el más fuerte o el de mayor impronta. Defiende a la manada de agresores y el único reproductor. Cuando la manada se mueve, él arrea y repunta desde atrás.

La yegua líder es la más sabia, la que pone orden, la que sabe dónde abrevar y guarecerse. Pone límites y está atenta a posibles peligros. Una de las maneras de detectarla es observar que jamás es molestada. Ella convoca encabezando la formación.

Los caballos expresan su jerarquía a través de poder controlar la dirección, espacio y velocidad del otro. Tienen diferentes jerarquías, más allá de los dos líderes y cada uno tiene su personalidad e inteligencia propia. Se comunican a través del lenguaje gestual, corporal y de sonidos y lo hacen de manera directa. Perciben la incoherencia, la inseguridad y la capacidad de liderazgo. Jamás se someterán voluntariamente a las pretensiones de quien no cuente las condiciones que ellos consideran dignas de un verdadero líder.

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