Alejandra Genovese nos invita a encontrarnos con nosotros mismos a
partir del vínculo con la intuición equina
y de vernos en su mirada.
Por Anahí González. La Nueva. Bahía Blanca. Argentina. Octubre 2015.
Alejandra Genovese, impulsora del Taller Experimental EncontrarSe con
Caballos --que en nuestra ciudad tuvo su primera versión a fines de
agosto pasado--, describe a los equinos como grandes “maestros”.
“No mienten, no especulan, no son subjetivos. Responden a lo que
reciben de manera directa, limpia y sin sutilezas”, asegura Alejandra,
quien no puede imaginar cómo sería un solo día de su vida sin estar
cerca de estos animales que ama desde pequeña. Partiendo de esta
premisa, propone un desafío común: intentar, con su guía, establecer un
vínculo con el animal desde sus códigos, para ingresar, a partir de sus
devoluciones y respuestas, en el terreno del crecimiento personal
avanzando por el camino de autoconocimiento.
Para llegar a esta propuesta Alejandra dice que debió recorrer un
largo sendero que le permitió combinar su vasto conocimiento sobre
caballos y su capacitación en cursos y talleres con experiencias
personales más ligadas a la búsqueda del desarrollo espiritual.
“La manera en que nos acercamos a un caballo, si nos mostramos
inseguros o bien plantados, si violentamos sus códigos para imponernos
avasallantes o si logramos establecer un diálogo para que el animal
coopere voluntariamente hablan de quiénes somos. Nos cuentan mucho
acerca de nuestras fortalezas y debilidades”, argumenta.
La iniciativa sugiere que nos entreguemos a la mirada del caballo
como si fuera un puente que va a conducirnos hacia nosotros mismos, que
va a permitirnos encontrarnos, reconocernos.
“No hay cambio auténtico que no empiece por allí. Y el caballo,
generoso, puede ayudarnos mucho en esta tarea de aprender a registrar
quiénes somos para profundizar en aquellos aspectos que más nos conectan
con nuestro ser profundo. Se trata de un viaje por el interior de cada
uno, aunque no sobre el caballo, sino montados en sus ojos”, agrega.
Vínculos
¿Somos pacientes?
¿Lideramos por autoritarismo o por fuerza interior?
¿Cómo nos comunicamos con los demás?
¿Sabemos observar y escuchar?
¿Tenemos desarrollada la intuición?
¿Nos hacemos cargo de lo que generamos o le echamos la culpa a un otro?
“Todos estos aspectos, y otros, se revelan cuando intentamos
desarrollar un vínculo con caballos, siempre desde el lugar del respeto
por sus propios códigos”, advierte Alejandra y agrega que no hay manera
de escapar a esa autenticidad, y que no hay por qué hacerlo.
“Por el contrario, será en el camino de ganarnos su confianza en el
que nos llevaremos los mayores aprendizajes. Vivimos con demasiadas
capas: la del temor por lo que otros puedan pensar de mí, la de lo que
yo creo que debo mostrar y hasta la de lo que creo que soy aunque en
realidad sea solo un aspecto de mí...”, considera.
En el sentido apuntado, cree que podría asumirse el taller como una
oportunidad para librarnos de todas esas capas que nos inventamos para
funcionar en sociedad y que, muchas veces, nos desvían de nuestro ser
auténtico.
La mirada del caballo y su reacción animan a ponernos frente a frente
con aquello que nos permitirá crecer y desarrollar una fuerza superior a
todas: la interior.
Su experiencia
“Amo los caballos desde pequeña. Son muy intuitivos y establecí
vínculos con ellos desde varios abordajes posibles. A partir de estas
experiencias, y de otro tipo de aprendizajes, logré tener una visión
particular sobre todo lo que ellos pueden aportarnos como maestros”,
explica.
Reconoce, además, que si bien el taller puede resultar interiormente
movilizador, también se propone desde lo divertido y lo lúdico con
actividades individuales y grupales.
“Todo acercamiento a caballos puede ser, en un primer momento,
intimidante. No solo por su fuerza y tamaño, sino porque ellos, muy
sensibles y perceptivos, reaccionan ante lo que reciben de su entorno de
manera contundente. Eso inquieta y moviliza. Y de eso se trata porque
todo aprendizaje implica incomodidad. Para evolucionar hay que salir de
la zona de confort”.
En el vínculo con el animal aparecerán aspectos vinculados a la
tolerancia y frustración, a la capacidad de empatía y liderazgo, y a la
autoestima. También permitirá desarrollar y fortalecer actitudes
internas como la coherencia, la perseverancia y la paciencia.
“La idea es ir conociendo, de a poco, su manera de comunicarse, para
intentar imitar estos códigos y relacionarnos con ellos en su propio
idioma”.
Los ejercicios propuestos se basan en principios de amanse y
funcionan como disparadores para poner a prueba la fuerza interior,
determinación, capacidad de escucha, de observación e innumerables
aspectos más.
En suma, el propósito de EncontrarSe con Caballos, en un marco
absoluto de respeto por ellos, es aprender a percibir el mundo con todos
los sentidos y despertar a la intuición, de rescatarla de su letargo.
Naturaleza equina
Un animal muy intuitivo
El caballo es un animal de presa, herbívoro, gregario (vive en
manada). Tiene un sistema de alarma muy desarrollado a través de la
agudeza de sus sentidos, visión periférica (solo dos puntos ciegos),
sensibilidad extrema y hemisferios cerebrales “desconectados” (lo que
registran de un lado no lo asocian del otro). Su mayor defensa es huir
del peligro. Su organización social dentro de la manada está dada por
dos liderazgos, el padrillo y la yegua líder, ambos igualmente
importantes. Deben estar en equilibrio para asegurar la supervivencia de
los demás integrantes.
En la relación con el hombre, el caballo necesita la coherencia entre
intención, emoción y acción. Si no están alineadas él lo detecta y
pierde la confianza.
El padrillo obtiene su lugar a través de la lucha. Llega a líder por
ser el más fuerte o el de mayor impronta. Defiende a la manada de
agresores y el único reproductor. Cuando la manada se mueve, él arrea y
repunta desde atrás.
La yegua líder es la más sabia, la que pone orden, la que sabe dónde
abrevar y guarecerse. Pone límites y está atenta a posibles peligros.
Una de las maneras de detectarla es observar que jamás es molestada.
Ella convoca encabezando la formación.
Los caballos expresan su jerarquía a través de poder controlar la
dirección, espacio y velocidad del otro. Tienen diferentes jerarquías,
más allá de los dos líderes y cada uno tiene su personalidad e
inteligencia propia. Se comunican a través del lenguaje gestual,
corporal y de sonidos y lo hacen de manera directa. Perciben la
incoherencia, la inseguridad y la capacidad de liderazgo. Jamás se
someterán voluntariamente a las pretensiones de quien no cuente las
condiciones que ellos consideran dignas de un verdadero líder.
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