martes, 28 de octubre de 2025

Los últimos caballos salvajes: entre la libertad y la conservación


Infografía A Ritmo de Galope

El destino de los últimos caballos salvajes del planeta refleja la tensión entre la memoria ancestral y las políticas de conservación moderna.

Logroño, La Rioja, España. 28/10/2025.- En los confines del mundo aún resuena el galope de los caballos salvajes. Desde las estepas de Mongolia hasta las arenas del Namib, estos animales, símbolo de fuerza y libertad, libran una batalla silenciosa por su supervivencia. Su imagen inspira a poetas y ecologistas, pero la realidad es más dura: los últimos caballos libres del planeta viven entre la nostalgia y el control humano.

Los herederos del viento

El más antiguo de ellos, el caballo de Przewalski, habita en las áridas planicies del Gobi. Es el único caballo verdaderamente salvaje que queda —nunca domesticado por el hombre—. Extinto en libertad durante el siglo XX, sobrevivió gracias a un puñado de ejemplares en zoológicos europeos. Hoy, tras décadas de programas de cría y reintroducción, más de 800 caballos vuelven a pastar en Mongolia y China.

Gobiernos y fundaciones internacionales colaboran para asegurar su supervivencia: el Parque Nacional Hustai (Mongolia) y el Área Protegida de Kalamaili (China) controlan su genética y adaptación al cambio climático. En 2023, ambos países firmaron un acuerdo conjunto de monitoreo transfronterizo, un gesto de esperanza para una especie que simboliza la unión entre ciencia y memoria natural.

Mustangs: el alma del oeste

En los Estados Unidos, los mustangs recorren los desiertos y montañas del Oeste. Descendientes de los caballos ibéricos traídos por los conquistadores, se mezclaron con líneas criollas y caballos de trabajo, creando poblaciones únicas adaptadas a climas extremos. Con el tiempo, el mustang se convirtió en el emblema del espíritu norteamericano: libre, indómito, resistente.

Su libertad, sin embargo, es objeto de debate. La Oficina de Administración de Tierras (BLM) gestiona su población mediante capturas periódicas, adopciones y control de natalidad con anticonceptivos PZP. Aunque la ley los declara “símbolos vivos del espíritu del Oeste”, los conflictos con ganaderos y el deterioro de los pastizales mantienen su futuro incierto.

Cimarrones del sur

En Sudamérica también sobreviven descendientes de los primeros caballos españoles. En las pampas argentinas y uruguayas, así como en los valles australes de Chile, aún existen grupos de caballos ferales —los baguales o cimarrones— que viven en semilibertad. Algunos se integraron a la cultura local y dieron origen al caballo criollo, raza símbolo del continente.

En Argentina y Chile, programas provinciales buscan equilibrar su presencia con la conservación de la fauna nativa. En Tierra del Fuego, los planes de manejo incluyen censos, capturas selectivas y esterilización, intentando preservar tanto la biodiversidad como el legado histórico de los caballos ibéricos.

La batalla australiana

En el otro extremo del planeta, los brumbies de Australia protagonizan una controversia similar. Su origen se remonta al siglo XIX, cuando los colonos europeos abandonaron caballos domésticos que luego se adaptaron a la vida salvaje. Hoy, miles de ellos habitan las montañas nevadas de Kosciuszko y otras regiones.

Los gobiernos locales han adoptado planes de control poblacional y zonas de exclusión dentro de parques nacionales. En 2022, Nueva Gales del Sur aprobó una ley que limita su número a 3.000 ejemplares, combinando capturas humanitarias con reubicaciones. La libertad del brumby es, para algunos, patrimonio; para otros, un problema ambiental urgente.

Caballos del viejo continente

Europa conserva sus propios caballos semisalvajes. En las marismas de la Camarga francesa, rebaños blancos vagan entre flamencos y juncos, guiados por los “guardians”, los jinetes tradicionales de la región. En Polonia y los Países Bajos, los koniks —descendientes del extinto tarpán— participan en proyectos de rewilding financiados por los gobiernos.

Y en las montañas del País Vasco y Navarra, los pottokas mantienen viva una herencia aún más antigua. De pequeño tamaño y gran resistencia, son caballos de origen prehistórico que durante siglos vivieron en libertad. Algunas manadas siguen en semilibertad, pero un grupo excepcional lo hace en Extremadura, bajo el cuidado de la etóloga Lucy Rees. Allí, los pottokas viven en libertad total, organizados por afinidades naturales, sin doma ni jerarquías impuestas. Su comportamiento ofrece una ventana a la vida social auténtica del caballo y plantea una reflexión ética sobre cómo nos relacionamos con ellos: comprender antes que dominar.

Los caballos del fin del mundo

En los rincones más remotos del planeta, aún existen caballos que resisten el olvido. En las Islas Feroe, una diminuta raza de caballos vive en semilibertad desde tiempos vikingos. Gracias a un programa estatal de conservación, apenas un centenar de ejemplares sobrevive en los prados atlánticos, protegidos como raza patrimonial.

En Galicia, los caballos de monte —descendientes de linajes célticos— corren libres entre los montes de A Groba y Sabucedo. Allí, cada verano, la ancestral Rapa das Bestas reúne a las manadas para marcarlas y cortarles las crines, en un rito que celebra la unión entre el hombre y el caballo. Estos animales, además, cumplen un papel ecológico clave: mantienen el monte limpio y reducen el riesgo de incendios.

Y en el corazón del desierto de Namibia, los Namib Desert Horses desafían lo imposible. Descendientes de caballos europeos traídos durante la Primera Guerra Mundial, sobreviven en un paisaje donde casi no hay agua. El gobierno namibio ha implementado un plan de alimentación y monitoreo genético para proteger a los 150 ejemplares que quedan, auténticos fantasmas de arena y resistencia.

Un espejo de nuestra relación con la naturaleza

Los caballos salvajes del mundo no son simples reliquias del pasado. Son, más bien, testigos de nuestra relación con la libertad y la naturaleza. Cada población encarna un dilema distinto: el Przewalski protegido por científicos, el mustang atrapado entre leyes y mitos, los cimarrones del sur resistiendo en silencio, el brumby disputando su espacio, el pottoka renaciendo bajo una mirada de respeto, los feroeses y gallegos aferrados a su tierra, los namibios cabalgando en el "polvo desértico del tiempo".

Quizás la lección que nos dejan no sea solo ecológica, sino ética, la libertad absoluta es cada vez más un recuerdo, incluso para quienes nacieron sin dueño. Y, sin embargo, mientras haya un caballo corriendo en la estepa, en el desierto o en una colina, algo de esa libertad seguirá existiendo también en nosotros.

Fuentes consultadas para la redacción de este artículo

Noticia redactada por el equipo de A Ritmo de Galope

Investigación documental, preparación de datos y redacción Enrique Alberto Martín-Caro Malavé 

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