España es el primer destino de competición hípica en Europa, pero, además, el caballo y todo lo que conlleva tienen profundo arraigo en la cultura nacional y una sólida afición que nutre un sector que genera empleo y negocio, además de un deporte olímpico que apasiona. Uno de sus protagonistas clave es Álvaro Arrieta Konyay (San Sebastián, 1973), fundador y presidente de Oxer Sport, la empresa de marketing deportivo que en sus casi treinta años de trayectoria se ha convertido en referente internacional en la organización de competiciones ecuestres. En España organiza las citas más importantes del circuito, como la Longines Global Champions en el Club de Campo o la de Casas Novas, y eventos como la Horse Week. Casado con la expolítica del PP vasco Arantza Quiroga, tiene cinco hijos y reside en Donosti, aunque su compañía cuenta también con sedes en Madrid, Coruña y Santander y opera en México y otros mercados.
¿Cómo surge su vinculación con el mundo ecuestre?
Empiezo a montar en San Sebastián con nueve años. No tenía ninguna tradición familiar con los caballos y desde el principio me engancho absolutamente, me doy cuenta de que es el deporte de mi vida y empiezo a competir. Lo hice a nivel nacional hasta los 24 años, cuando me di cuenta de que no era lo suficientemente bueno como para dedicarme profesionalmente a ello. Como igualmente seguía siendo mi pasión, había estudiado Ciencias Económicas y Empresariales y tenía una vocación muy emprendedora, me dije por qué no montar una agencia de marketing deportivo en mi nicho. Así, en 1997 comenzó un sueño, el de que España tuviera un nivel como el que había en Centroeuropa, norte de Europa y EEUU.
Salió bien.
El tiempo nos ha dado la razón. España es hoy lo que Florida a Estados Unidos, es el gran destino hípico de Europa. Y nosotros, en este recorrido de ya 27 años, nos hemos posicionado bien en el sector. Lo vimos con perspectiva y acertamos en el análisis.
Fue un visionario, además de valiente.
En aquel entonces los mejores concursos hípicos estaban fuera de España. Aquí había algunos en Gijón, Madrid, Barcelona, pero a nivel europeo no éramos una potencia organizadora. Casi tres décadas después, España es líder absoluto en la organización de eventos hípicos internacionales y de las 52 semanas que tiene el año, más de 40 hay competición internacional de calidad en la península ibérica, lo que nos ha convertido en un polo de atracción y en el epicentro en el continente.
¿Por qué el éxito de España en hípica?
Sucede algo similar a lo que ocurre en Florida. Aquí las condiciones climatológicas son estupendas, las conexiones de transporte son brutales y este es un país muy acostumbrado a un receptivo de calidad. La hípica es un deporte más cualitativo que cuantitativo, es un deporte olímpico que se practica con chaqueta y corbata y en el que el precio de los caballos implica que la altísima competición sea muy cara, por lo tanto el propietario, el jinete y el patrocinador son, por lo general, personas que aprecian los destinos buenos, y esto hace que España y la hípica sean una combinación casi perfecta.
En términos de deportivos, ¿cómo estamos?
Tenemos dos jinetes muy valorados y respetados en el circuito internacional, Eduardo Álvarez Aznar y Sergio Álvarez Moya, además el primero es top 20 mundial y Sergio llegó a ser top ten. Y luego hay un grupo grande de jinetes muy talentoso, muy bueno, que tiene el hándicap de no tener siempre los mejores caballos a su disposición. España es un país que poco a poco va criando y hay ganaderos que están haciendo grandes esfuerzos, pero no tenemos la potencia de cría que pueden tener Holanda, Alemania, Bélgica, Francia o Gran Bretaña. Para entendernos, contamos con pilotos buenísimos, pero no tenemos los mejores coches, con lo cual ellos hacen lo que pueden. Cada año van saliendo jinetes jóvenes buenos y poco a poco vamos recortando distancia con esos países que son potencia mundial. Pero no es fácil, porque la irrupción en el mercado de grandes potencias y países emergentes ha hecho que el precio de los caballos esté altísimo y eso todavía nos dificulta más el acceso a los mejores. Somos un país que ahora es destino, especialmente en salto de obstáculos. El mundo del caballo representa el 0,7 del PIB, según un estudio de Deloitte para la Federación Hípica española, es decir que tiene un peso muy importante, tanto de generación de empleo como de potencia económica. Todavía nos falta una medalla, un gran triunfo, algo que impulse el deporte, que incite a que más gente monte a caballo. No es fácil. Nos hace falta un Nadal.
Y esos grandes caballos de los que hablaba.
Sí, es un deporte de la pareja, del binomio.
¿Cómo valora los resultados que tuvo España en los Juegos Olímpicos?
En equipos de salto hemos quedado undécimos, a un punto solo del corte, muy cerca de pasar a la final, pero tuvimos un poco de mala suerte. A nivel individual no ha sido el resultado deseado. Íbamos con mucha ilusión, pero no han sido los Juegos que se deseaban, ni mucho menos.
La hípica española está envuelta en la polémica por la selección de los representantes y el funcionamiento de la Federación, e incluso se ha interpuesto una denuncia por irregularidades electorales.
Tuvimos un preolímpico muy movido, que tampoco ha ayudado al resultado. Es una lástima. En todos los deportes hay cierta polémica interna que aquí se ha filtrado al exterior, lo cual es malo para el deporte y para todos. Además de año olímpico es año de elecciones, parece que va a haber varios candidatos y hay mucho ruido. Me gusta que se hable de la hípica por cosas buenas, por logros, por éxitos, como que el Campeonato de Europa venga a España el año que viene, y que las disputas se lleven con la mayor discreción posible.
Se ha llegado a interponer una denuncia contra los actuales dirigentes de la Federación. ¿Os afecta?
Oxer es una empresa privada y completamente independiente. Con la Federación española tenemos un acuerdo como agencia para desarrollar el marketing y la comunicación de un producto suyo que es la Liga nacional de salto. Además, obviamente, es el órgano rector del deporte y todas las competiciones que realizamos necesitamos que estén avaladas y reguladas por él, igual que por la entidad regional o internacional de turno. Pero no integramos ningún grupo de trabajo, consejo o comisión. Creemos que como empresa privada debemos estar lejos de posiciones políticas.
Qué peso tiene el jinete y qué el animal para obtener resultados.
Suelo decir que el jinete pesa 15 y el caballo 85, es decir, el mejor de cada uno no ganaría aún así sin lo que aporta el otro. Estamos hartos de ver caballos impresionantes con jinetes que no lo son tanto y jinetes espectaculares que no han encontrado ese caballo fuera de serie. Es un deporte muy caprichoso, que además es absolutamente paritario, pues compiten jinetes contra amazonas, caballos con yeguas, caballos castrados, etcétera. No hay una norma exacta. Es un deporte de equilibrio y compenetración, precioso, elegante, bonito de ver, muy plástico y que engancha muchísimo a los niños. Tenemos muchísimas virtudes fantásticas.
Y caro.
Dar clases en un picadero es muy asequible. La altísima competición sí lo es, igual que en vela, esquí o coches. En el nivel máximo, la compra y venta de caballos es lo que retroalimenta toda la competición. Otro de los motivos por los que España se ha convertido en un centro hípico mundial es porque somos un sitio donde la mayoría de caballos de Europa viene a competir para que su precio suba y se vendan o sus hijos y nietos valgan. La competición es un poco como la bolsa o el Ibex, en función del desempeño de los caballos, su semen o sus descendientes cotizan más.
¿Cómo se puede potenciar la afición?
La hípica debe ser accesible y fácil. Normalmente los niños empiezan a montar porque tienen un picadero cerca de casa y hay un profesor que lo hace bien y los ilusiona o lo hace su grupo. Es un deporte que engancha mucho porque el caballo es un animal vivo, no es una raqueta de tenis o un palo de golf o una bicicleta que lo puedes dejar una semana en el armario, sino que necesita cuidados, pero por otro lado te devuelve mucho ocuparte de él, aporta unos valores enormes de responsabilidad y solidaridad. Es un deporte que se acerca mucho a un modo de vida. Para montar media hora ó 45 minutos a lo mejor estás tres horas en tu centro hípico, lo genera convivencia con el animal, que se convierte en tu socio, igual que en la competición. Hacen falta, pues, más centros hípicos y que a nivel cultural se conozca mejor este deporte. Y que se entienda que montar a caballo es más barato que esquiar o que practicar otros deportes que no lo parecen.
Sin embargo a los concursos y eventos acude cada vez más público.
Sí, han crecido muchísimo. La hípica está en su momento pico absoluto, hay más licencias que nunca, caballos y público que nunca en nuestros eventos. La progresión está siendo brutal. Ni en nuestras previsiones más optimistas hubiésemos pensado que podíamos ir así. Y esto hace ser optimista respecto al sector. Cuanto más europeos nos hacemos, cuanto más de clase media es este país, más se engancha con el mundo del caballo. La gente se da cuenta de que montar en un picadero es un deporte más como hockey, balonmano o natación.
Aunque de riesgo.
Eso es verdad. Es un riesgo que cuando yo montaba estaba muy infravalorado y casi oculto. Con el paso del tiempo se ha visto que hay riesgo tanto para el jinete o la amazona como para el caballo. Cuanto más se sabe, más se ven lesiones de todo tipo, especialmente en jinetes profesionales, además de que el caballo es un ser vivo que cuando se asusta te puede dar una patada, un mordisco, lo que sea. No podemos obviar ni negar cosas que son reales, pero por otro lado es un riesgo pequeño. El número accidentes es ínfimo y los valores que aporta esa relación con un animal positivos son extraordinarios, por lo tanto en el balance sale que es deporte muy recomendable que hay que hacer con cuidado, con un profesor y tras aprender a moverse entre caballos. Muchos de los accidentes vienen son por falta de formación. Cuando yo montaba no había, ahora sí. El tema está en el buen camino, también a nivel veterinario, cada vez más vigilante.
Empresa y familia
Oxer habrá tenido que ir pivotando y adaptándose con los años y los cambios de la sociedad y la tecnología.
Nos hemos reinventado varias veces y cambiado el foco. Al principio, queríamos hacer mucha mancha, que la base de la hípica fuera sólida y fuerte, e invertimos muchísimo en los jóvenes creando la Pessoa Junior Cup en salto y la Copa Ferrer-Salat en doma, con las que buscábamos jóvenes talentos por toda España y les dábamos 'clinics' con las grandes figuras. Desde el principio lo que intentamos hacer fue mucha competición nacional, apostar por el país y a su vez seguir manteniendo la competición internacional. Hemos crecido muchísimo. En 2008 salimos del país y creamos una sociedad en Italia, desde 2012 operamos también en México. Hemos hecho muchísimo trabajo en Oriente Medio, en Catar, Arabia Saudita, también en China. El mundo del caballo es global y no hay tantas empresas especializadas en la organización y en el marketing deportivo. El pastel nos lo hemos repartido entre alguna empresa holandesa, alemana, británica, una americana y nosotros. Hemos recorrido el mundo y lo hemos hecho siempre buscando la excelencia y buscando llevar con mucho orgullo la bandera española. Nunca nos conformamos. La hípica cada vez se moderniza más, y no tiene más remedio, porque hay más competencia que antes. Hace cien años era olímpico y estaba asentado, pero la realidad hoy es bien distinta y hay que pelear por los minutos de televisión y conseguir el apoyo de las grandes empresas patrocinadoras.
De dónde te viene ese afán emprendedor y lo de salir al mundo.
Seguramente de mi abuelo húngaro, quien se fue de Budapest a estudiar químicas a París, luego vino a San Sebastián, donde conoció a mi abuela, y montó a una fábrica. Fue un tío muy echado para adelante, un emprendedor, un buscavidas. De todas formas me ha ayudado gente increíble y he tenido y tengo unos socios buenísimos. El consejero delegado, Pablo García, es socio, amigo y hermano, y está desde el comienzo como cofundador. El vicepresidente, Luis Cabanas, de gran prestigio empresarial e hípico, es también alguien fundamental. El triunfo sin un gran equipo es imposible. En Oxer somos treinta personas y remamos a una. Son dos décadas superando obstáculos, despacito y con buena letra, tranco a tranco, como decimos nosotros. La dirección es buena, la compañía va bien, y tenemos el apoyo de grandísimos clientes que incluso nos han enseñado a trabajar.
¿Quiénes fueron clave en este sentido?
Tuvimos la suerte de que en el 2000 se fundó el centro hípico Casas Novas y la familia Ortega confió en nosotros desde el principio. Hemos aprendido cómo trabaja Inditex en la excelencia, que no hay que rendirse, que todo se puede mejorar y hay que hacer equipo. Todo eso nos lo ha transmitido de una forma natural y ha sido muy importante en nuestra historia.
Historia que se escribe en su ciudad, San Sebastián, donde se mantiene la sede central de Oxer.
Hemos querido quedarnos donde están nuestras raíces. Lo lógico sería estar implantados en Madrid, no hay duda, pero también sorprende que Inditex las tenga en Coruña. En ese sentido, siempre nos han animado a ser nosotros mismos.
Lo vuestro es muy variado: logística y organización de eventos, comunicación y relaciones públicas, gestión y representación de jinetes. ¿Cómo se mueven todos esos pesos en la balanza?
Intentando que haya la mejor simbiosis posible. Por ejemplo, la última pata, la más novedosa, que es la representación de deportistas, ya la queríamos hacer cuando comenzamos pero entonces las condiciones objetivas que había en el mercado no daban, no cabía la figura de un representante en el entorno del jinete. Hoy en día los mejores del mundo están ganando fortunas, tanto en premios como en comisiones por compra y venta de caballos, por lo tanto necesitan estar focalizados, centrados en lo suyo y dejar toda la parte de marketing, comunicación, logística, transportes, negociación con las competiciones en manos de profesionales. Ahí hemos encontrado un nicho. También hacemos consultoría. En los cinco continentes hemos asesorado en la construcción o la renovación y optimización de centros hípicos, también en la negociación de derechos de televisión. De hecho, tenemos la franquicia de clipmyhorse.tv y más de 200 clientes únicos de publicidad. Por otra parte, muchos de los eventos que tenemos llevan más de veinte años en nuestra cartera. Son todas las patas de nuestro negocio.
¿Qué avanza en qué dirección?.
Creemos que aún nos cabe un poco más de negocio, me gustaría llegar a las 50 personas, que son 50 familias detrás. Es mucha responsabilidad pero también nos hace sentir muy orgullosos ver que crecen con la compañía, que han podido construir su vida personal gracias a su vida profesional. Por otro lado yo siempre digo que la marca mola y vale mucho ahora. La creamos buscando un nombre corto, oxer es un tipo de obstáculo por lo que el hípico la reconoce pero quien no es del sector se queda con él. El centro de nuestro negocio es el caballo, es la gran clave de nuestro deporte, lo tenemos que respetar, amar, cuidar, y en torno a él se pueden hacer cosas preciosas aquí y en todo el mundo. Tenemos las antenas y los prismáticos puestos.
¿Cómo ves la renovación del talento en la empresa?
Tenemos mucha suerte, porque al trabajar en un nicho tan cerrado y cualitativo encontramos gente con muchísima pasión por trabajar en algo vinculado a su deporte. Les tiene que gustar, obviamente, porque metemos muchas horas, pero soy optimista. Los jóvenes están mucho mejor preparados que hace 25 años y con ganas.
Hablamos de gente joven y en casa tiene unos cuantos. ¿Cómo gestionas la familia numerosa a la vez que la empresa?.
Mi empresa principal está en casa. Oxer es la secundaria. Mis cinco hijos son a su vez microempresas, cada uno desde su manera, con lo cual lo que te sirve con uno no te sirve con otro. En la compañía hay mayoría de mujeres, a las que admiro mucho, porque demuestran que cuanto mayor es la exigencia, mayor es la capacidad. Concilian todo y pueden con todo. A mí me pasa, aunque tengo muchísimas ayuda en casa. Tener grandes retos, estar muy ocupado, tener muchas cosas que resolver a lo largo del día te hace más capaz y te mantiene vivo.
¿Cómo le ha afectado la exposición pública que tuvo su mujer cuando estaba en política y al frente del PP vasco?
Fueron años muy intensos. Arantza fue presidenta del Parlamento Vasco y luego presidenta del PP vasco, una exigencia política grande. Y yo estaba con los comienzos de la compañía y a la vez iban cayendo hijos. Pero es eso, cuando hay retos grandes pero también ambición y ganas al final te creces y sacas todo adelante. A mis hijos todo el rato les digo que sueñen alto, que sean ambiciosos. Si sale, bien, si no, al menos lo has intentado.
¿Y el fracaso, cómo lo tomas?
Es el que te enseña y el que te motiva. Nuestra primera experiencia internacional la tuvimos en Italia, donde perdimos hasta la camisa, y supimos cortar y aprender del error. El fracaso nos hizo mejores. Durante estos más de veinte años hemos tenido un montón de proyectos que han salido mal o en los que nos hemos equivocado y lo que hay que hacer es ser humilde, aprender de ello y seguir para adelante.
¿Te gustaría que alguno de tus hijos continuara con la empresa?
Muchísimo. En las empresas familiares siempre tenemos la espada de Damocles de la continuidad, las pymes debemos ir en paralelo preparando el relevo. En ese sentido, mi segundo hijo ha ido pasando por las diferentes áreas de la compañía, además estudia Ciencias Empresariales, así que si él es feliz sería mi sueño y un orgullo que siguiera con Oxer y la hiciera galopar muchos años más.
¿Cómo llevas el paso del tiempo?
El tiempo es experiencia. Hay que cuidarse. Hoy en día todo lo que sabemos de alimentación, ejercicio, etcétera, te permite hacer cosas que no hacían nuestros padres o nuestros abuelos. Lo positivo es que tienes más perspectiva y formación, aunque por contra te cansas más. El negocio me mantiene vivo, ilusionado.
¿Sigues montando?
No. Me bajé del caballo con 25 y llevo otros tantos pie a tierra. Mi quinto hijo, Jesús, ha empezado a montar y es quien me está intentando pinchar para que vuelva. Es mi pasión y el veneno lo llevo dentro. No estoy cerrado a ello. Si algún hijo empieza a darme el relevo podré volver. Me gustaría que fuera con calidad, con tiempo para dedicarle. En el mundo del caballo lo más importante es la relación que creas con el animal, y eso lleva tiempo.
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