Son caballos de bello pelaje, mansos y con un origen cargado de misterio. Fueron descubiertos en la meseta de Somuncura, Río Negro. De la mano de Andrea Sede y Gerardo Rodríguez, la manada de estos caballos preserva el legado de una especie que solo encuentra ejemplares similares en Estados Unidos y Rusia. Se los conocen como los "Crespos de la Meseta" o los "Bashkir Curly" y "Curly Horse" a nivel internacional.
Por Andrea Albertano
Meseta de Somuncura, Río Negro, Argentina. Octubre, 2024. Llaman la atención por su pelaje enrulado, por ser mansos, cariñosos y dóciles. No son cualquier tipo de caballo. Son los caballos con rulos o los también bautizados Bashkir Curly, una raza única de la que hay pocos ejemplares y que se crían en un inhóspito lugar de Río Negro, a los pies de la meseta de Somuncura.
El hallazgo de esta rara especie fue un poco por casualidad. O quizás el destino fue quien tenía previsto que Gerardo Rodríguez diera con estos ejemplares, hace ya unos 20 años, en una de sus recorridas por los campos de la Patagonia.
Son caballos que muestran una adaptación a las duras condiciones climáticas de la región, con inviernos extremadamente fríos y veranos calurosos. No solo destacan por su distintivo pelaje rizado, que en invierno se asemeja al mohair, sino también por su carácter dócil, su inteligencia, y su capacidad para ser utilizados en equinoterapia.
La historia acerca de su origen está rodeada de misterio y teorías: desde que lo trajeron los españoles en la expedición de Pedro de Mendoza a que llegaron a la Patagonia traídos por los templarios cuando llevaron el Santo Grial a la región.
Las investigaciones más recientes, llevadas a cabo por universidades en los Estados Unidos, han revelado que los caballos de la Yeguada Rodríguez presentan una mutación genética única, diferente a la de otras razas similares en Rusia y Estados Unidos, lo que los convierte en un tesoro genético mundial.
A pulmón
Yeguada Rodríguez es una empresa familiar enfocada en la crianza de caballos que viene trabajando para lograr preservar a uno de los equinos más especiales del mundo: los caballos con rulos.
Este tipo de caballos fue descubierto en la Meseta de Somuncura en la provincia de Río Negro. Es una región donde los veranos son calurosos, secos y mayormente despejados con temperaturas que alcanzan los 32°. Pero además, la zona atraviesa inviernos muy fríos con temperaturas mínimas que pueden llegar a los -20.
"La presencia de rulos en su pelaje la convierten en una de las más bellas razas del mundo. Son animales mansos, rústicos e hipoalergénicos. Por sus cualidades, son ideales para realizar equinoterapia, equitación de niños o simplemente gozar de su compañía", asegura Andrea Sede, socia y compañera de vida de Gerardo Rodríguez, quien halló en un alejado paraje de la meseta ejemplares de estos animales. En charla con Forbes, Andrea revela el gran trabajo que vienen realizando para preservar esta raza que estuvo al borde de la extinción.
-Haber descubierto a los caballos con rulos en un lugar de la meseta de Somuncura, les cambió la vida...
-¡Sin duda! Gerardo es nacido en Maquinchao, hizo estudios primarios ahí y luego estudió para ser médico veterinario. En su recorrido de vida, trabajó en el Ejército, llegó al cargo de capitán e incluso fue granadero. Eso le permitió trabajar en haras de todo el país.
En 2006, se fue de baja y volvió a su pueblo -Maquinchao- y empezó a trabajar en un organismo de Sanidad en una localidad vecina, Los Menucos. Fue por ese entonces cuando tuvo que hacer un relevamiento de productores de Somuncura. ¡Imaginate! es una zona inhóspita, de mucha piedra, poca agua, árida. Y ahí, en uno de los puestos, vio el primer caballo con rulos. Era un potro salvaje. Su primera impresión fue que estaba enfermo o "sudado". Cuando preguntó qué le sucedía, el poblador de la zona le respondió: "Los caballos tienen rulos todo el invierno y luego en el verano se les va" y le aclaró que antes había un montón.
Poco a poco, empezó a armar la manada y a llevarlos a su chacra de Maquinchao. Pasaron los años y, en la medida que la manada crecía, aumentaba nuestra curiosidad de saber por qué solo en esa zona había este tipo de caballos.
Yo también nací en el sur y después de mucho andar, volví a Maquinchao en 2003, cuando me hice cargo del campo familiar y me dediqué a la ganadería ovina. Y, con Gerardo, empezamos a criar a los caballos con rulos. Si no los hubiésemos rescatado, no sé qué hubiera pasado. ¡Muchos pobladores de acá no los conocían. ¡Es maravilloso lo que le pasó a Gerardo!
-Cómo fue descubrir que habían dado con una raza única?
-Nos llevó varios años descubrir de qué especie se trataba. Buscando a través del término en inglés, dimos con varias asociaciones. En muchas nos decían que no podía ser real.
Más tarde, conocimos a la señora Angie Gaines, miembro de la Asociación American Bashkir Curly Registry de los Estados Unidos. A través de ella tuvimos contacto con el Dr. Mitch Wilkinson, de la International Curly Horse Organization, quien vino a conocer a nuestros caballos y tomó muestras de sangre y pelo. Estas fueron llevadas a la Universidad de Texas para ser estudiadas por los doctores Gus Cothran y Rytis Juries. Nos ofrecieron hacer estudios de ADN de forma gratuita.
-Hay muchas versiones sobre cómo estos caballos llegaron a la Patagonia.
-Sí. Una de las hipótesis que toma más fuerza data de 1536, cuando Don Pedro de Mendoza, gobernador de la colonia española, introdujo 100 equinos de trabajo y de guerra provenientes de Cádiz. Años después, tras la huida de los españoles, los caballos quedaron abandonados y comenzaron a reproducirse de a miles, poblando gran parte de la Argentina. Al regresar a la zona, años más tarde, observaron que los caballos de algunos sectores habían desarrollado el característico pelo rizado.
Otra teoría se refiere a la expedición realizada por el obispo Trejo, quien ingresó equinos por el sur argentino. También se cree que los templarios al traer el Santo Grial a la Meseta de Somuncura lo hicieron montando estos caballos. Hay otra versión que menciona que estos caballos llegaron desde el norte, cruzando el estrecho de Bering y que eran originarios de la región de Bashkiria, Rusia.
-Desde entonces lograron sobrevivir. Un verdadero prodigio.
-Sabemos que la sangre vino de España y el clima extremo de la meseta, que llega a menos 30 grados en invierno y más de 30 en verano, hace 300 años, generó esta mutación de los rulos que desarrollan en invierno y se ponen pelados en verano.
Ciertamente es un prodigio y hay que hacer algo para que no se extingan. Por el momento, no podemos hacer mucho más de lo que hacemos. Pero creemos que estaría bueno hacer embriones. Aún no hemos podido.
-¿Cuáles fueron las principales curiosidades y desafíos al iniciar este emprendimiento?
-Cuando nos contactamos con las organizaciones, nos dijeron que se llamaba Bashkir Curly y que había ejemplares en Estados Unidos, en Rusia y también algo en España. Pero que, en Sudamérica, no tenían datos de la existencia de alguno.
Cuando nos contactamos con esta gente para decirles que nosotros habíamos encontrado estos caballos que estaban sueltos, no nos creían. Nos pidieron fotos, muestras de pelo, de sangre y ahí empezó toda la investigación. Recién cuando vino el biólogo Mitch Wilkinson para verlos en persona y tomar las muestras se llegaron a conclusiones importantes.
De esos estudios descubrieron algo "rarísimo". La mutación que genera los rulos en los caballos en la Argentina no es la misma de la de Rusia ni la de Estados Unidos. Es única en el mundo, o sea que no solo son únicos en Sudamérica sino en todo el planeta. La mutación del gen es distinta. Lo sorprendente es que los pobladores de la región no sabían que tenían esa raza en sus campos. Solo veían que, año a año, cada vez había menos. No los usaban y solo estaban ahí.
Nuestro principal desafío es que, por el hecho de que son una raza en peligro de extinción, sabemos que hay que seguir reproduciendo. Y hay que tener en cuenta algunos factores. Se nos complicó distribuirlo en distintos campos, por temas de consanguinidad, padrillos, que se pelean entre ellos.
-Además juegan con otro tema difícil que son las características propias de la zona.
-Estamos en Maquinchao, Río Negro, sobre ruta 23 que es la ruta que une la Cordillera con el mar. Estamos en el corazón de la estepa patagónica, donde el clima es muy hostil, con mucho frío y de mucha helada continua. ¡Muchos años figuramos como el punto más frío del país con vientos fuertísimos gran parte del año y muy pocas lluvias! Con suerte llegamos a 120 mm de lluvia al año. Además de la sequía, la desgracia del volcán Puyehue dañó los campos.
-Dado el clima patagónico, ¿qué cuidados especiales requieren estos caballos?
-Los rulos los generan a principios de abril y, en octubre y noviembre, los pierden y quedan pelados. Son rústicos. Respecto a su pelaje, nosotros no lo hacemos, pero sabemos que presenta similitudes al pelaje mohair, por lo que podría ser usado para hilar. Además son hipoalergénicos o sea que no generan alergia, debido a sus glándulas sebáceas hiperdesarrolladas. Los machos alcanzan su tamaño definitivo a los 6 o 7 años de edad y su alzada es de entre 1.42 y 1.50 metros. Indudablemente, su marca distintiva es su elegante pelaje rizado.
-¿De qué se alimentan?
-Se alimentan de lo que hay en el campo y cuando vienen al pueblo, comen pasto, alimento balanceado o avena.
-Este año estuvieron en la Exposición Ganadera en La Rural de Buenos Aires. ¿Cómo reaccionó el público cuando presentaron por primera vez los caballos con rulos?
-Fueron una gran atracción. Pudimos mostrar a "Jarilla" y "Zampa" (NdR: nombre de dos plantas típicas de la zona) y acercarlos a la gente para que los conozcan. Fue una experiencia hermosísima. Hacía varios años que queríamos venir, pero no teníamos la oportunidad por motivos económicos. Esta vez hicimos un esfuerzo, rompimos el chanchito y estuvimos.
Lo que nos generó la Rural es que hoy sea aceptado como una raza Curly Horses. En cuanto al mercado y al proyecto como negocio, por el momento, solo hemos vendido dos. Se van reproduciendo en el campo; las yeguas a veces mal paren, nacen los potrillos y te cayó una nieve y no lo podemos controlar. Comenzó siendo un hobby y ahora estamos tratando de que no se extingan.
Por un lado, se me rompe el corazón pensar en venderlos pero entendemos que es económicamente necesario para poder sumar infraestructura y que el proyecto pueda avanzar.
Actualmente estamos trabajando para invertir en esto. Vamos a formar una asociación y nos están dando una mano desde la provincia. Hacemos lo que podemos, no tenemos cómo planear a futuro. Es bastante complicado donde estamos, lejos de todo.
-Por lo que contás, estos caballos serían ideales para equinoterapia
-Sí, por su carácter podrían ser ideales para equinoterapia para niños, salto; lo vemos por la experiencia de EEUU. Hemos visto cosas entrañables: cómo se acercan a chicos con problemas mentales o en Palermo, en la Rural, una señora en silla de ruedas se iba a hacer una foto con el caballo, le abrimos el corral para que el caballo se acercara y el animal bajó la cabeza hasta su cara y se dieron un beso. Y así te puedo contar un montón.
-¿Cuáles son sus planes a futuro para la Yeguada Rodríguez?
-Estamos a un paso de ser proveedores turísticos de la Provincia de Río negro y que puedan venir a visitarnos tanto turistas de la región como extranjeros. Hemos tenido mucha repercusión en Israel, Centroamérica, Latinoamérica.
-En octubre, realizarán una Expo con sus caballos. ¿Cómo preparan a los ejemplares que se lucirán en este encuentro? ¿Qué repercusiones esperan tener?
-Si el clima está lindo, les damos un baño y están ante el público tal como llegan del campo. Se acercan, piden mimos. Este año posiblemente sumemos una burra que está por parir y ovejas con sus corderos. Y otro atractivo es que este año sumamos a un domador racional; en esta zona se hace doma a la antigua. Queremos que el trato con los caballos sean de conexión, así que trabajamos para que así suceda.
Un encuentro con rulos
El próximo 11 y 12 de octubre tendrá lugar en la localidad de la Región Sur, el 2º Encuentro anual con los Caballos con Rulos, un evento que homenajeará a esta especie equina con propuestas de índole gastronómica y cultural para toda la familia.
La propuesta está organizada por Yeguada Rodríguez junto a la Municipalidad de Maquinchao. El viernes 11, con acceso libre y gratuito, habrá doma, música en vivo, artesanías, danzas folclóricas y buffet con distintas opciones culinarias.
Para el sábado 12, las actividades serán aranceladas y se desarrollarán desde las 9.30 hasta el atardecer e incluirán un desayuno con tortas fritas, un almuerzo campestre, números artísticos y una exquisita merienda conformada por pastelitos de membrillo para finalizar la jornada.
Ver noticia original en: Forbes Argentina
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